11 de diciembre de 2010

LA CORRUPCIÓN DEL JUSTO





Salomón, icono de la justicia, casóse con muchas esposas. Le achaca la historia - no sé si quizá por este hecho - una paulatina pérdida de sus capacidades juiciosas. Sin embargo, amar, el hombre parece que supo a lo largo de toda su vida.
Entre sus bellas (y no tan) esposas se casó con la hija del faraón del Egipto de su aquel entonces. Y Salomón, judío, hombre sabio donde los haya, icono de la justicia universal, siempre permitió a sus amadas adorar a sus propios dioses. Su buen juicio judío claramente obnubilado por su ansia de amar, tal vez de ser amado.

Su favorita, la egipcia, adoraba a Renenutet, diosa protectora de la estirpe real de los faraones, diosa que garantizaba su fertilidad y vigilaba su suerte, diosa que fue icono del poder egipcio, diosa cuya imagen en la Tierra es una serpiente, una mujer con cabeza de cobra. Más de un templo edificó el rey Salomón al tiempo que el gran templo judío. Entre ellos, uno con la estatua de una sierpe. Salomón, judío, justo y sabio, conocedor de la ley judía, perdió la cabeza, la sierpe lo corrompió.

Y así, escribió celoso el pueblo judío que aunque justo y sabio, Salomón en su vejez pecó de idolatría y honró a dioses paganos. Escribió también en aquel su entonces el pueblo judío que, mucho tiempo atrás, la misma sierpe que introdujo el mal en la alcoba del justo Salomón, introdujo el mal en este mundo. A Salomón le ofreció una esposa, a la primera esposa del hombre, una manzana. 

Luis María

7 de diciembre de 2010

Busco el verso eterno

Yo busco un verso más largo, 
siempre un poco más largo, 
nunca quiero cerrarlo, 
bailar en su ritmo infinito,  
un verso siempre inacabado.


¡Ah! poema inacabado,
No es ajeno al cambio del hombre
Ni el hombre es ajeno a su cambio
Quizá busca insaciable la dificultad de un poderoso canto
En el poder cambiarlo
Mi poema vive y por vivir cambia
Con el lector madura
Y en la lectura añade el poema sus cambios
Es entonces eterno e inacabado pues 
Nunca está del todo cerrado

Luis María

5 de diciembre de 2010

Escribir como un cobarde


vivir por vivir nomás
como canta el pájaro sin saber que canta
como juega el niño sin saber que juega

Eduardo Galeano

existe un instante preciso
en el que siento que debo escribir
y escribo
escribo sin freno y con talento
escribo por inercia y con la mente lúcida
escribo porque no podría hacer otra cosa más que escribir
siento que escribo porque existo
que existo porque escribo
que escribo porque vivo

y entonces haces tu primera incursión en mi cabeza
en ese momento de placidez sin pretensión te metes a la fuerza
surges de lo más bueno que hay en mí para cohibirme
cuando lo estoy dando todo por nada aprovechas mi debilidad
y lanzas un dardo cargado de verdad
¡mentiras!
no es el primero, ya te conozco
ni el más potente, vendrán otros peores
pero causa el efecto esperado por mi
comienza el temor, los temblores
el sudor
me cuestiono todo por ti
y dejo incluso de creerme si tú no me crees
¡Quien viviera por vivir! como canta el pájaro sin saber que canta
te presentas altivo y directo porque sabes que te temo y que te necesito
¡te maldigo!
¡escribo porque vivo y no puede haber nada más bello!
¡escribo como respiro, porque respiro!
¡al carajo todo lo demás!
¡vete y déjame escribir porque vivo!
¡vete!
¡no pararé a pesar de lo que digas!
¡pero espera! ¡espera!
Aún necesito oír
tu juicio

Luis María


Pájaro azul

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que esté ahí dentro.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?

hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.

luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro, 
¿lloras tú?

Charles Bukowski

2 de diciembre de 2010

CARTAS DE AMOR RIDÍCULAS



Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.

Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).

Álvaro de Campos.