Salomón, icono de la justicia, casóse con muchas esposas. Le achaca la historia - no sé si quizá por este hecho - una paulatina pérdida de sus capacidades juiciosas. Sin embargo, amar, el hombre parece que supo a lo largo de toda su vida.
Entre sus bellas (y no tan) esposas se casó con la hija del faraón del Egipto de su aquel entonces. Y Salomón, judío, hombre sabio donde los haya, icono de la justicia universal, siempre permitió a sus amadas adorar a sus propios dioses. Su buen juicio judío claramente obnubilado por su ansia de amar, tal vez de ser amado.
Su favorita, la egipcia, adoraba a Renenutet, diosa protectora de la estirpe real de los faraones, diosa que garantizaba su fertilidad y vigilaba su suerte, diosa que fue icono del poder egipcio, diosa cuya imagen en la Tierra es una serpiente, una mujer con cabeza de cobra. Más de un templo edificó el rey Salomón al tiempo que el gran templo judío. Entre ellos, uno con la estatua de una sierpe. Salomón, judío, justo y sabio, conocedor de la ley judía, perdió la cabeza, la sierpe lo corrompió.
Y así, escribió celoso el pueblo judío que aunque justo y sabio, Salomón en su vejez pecó de idolatría y honró a dioses paganos. Escribió también en aquel su entonces el pueblo judío que, mucho tiempo atrás, la misma sierpe que introdujo el mal en la alcoba del justo Salomón, introdujo el mal en este mundo. A Salomón le ofreció una esposa, a la primera esposa del hombre, una manzana.
Y así, escribió celoso el pueblo judío que aunque justo y sabio, Salomón en su vejez pecó de idolatría y honró a dioses paganos. Escribió también en aquel su entonces el pueblo judío que, mucho tiempo atrás, la misma sierpe que introdujo el mal en la alcoba del justo Salomón, introdujo el mal en este mundo. A Salomón le ofreció una esposa, a la primera esposa del hombre, una manzana.
Luis María
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